miércoles, 4 de agosto de 2010

Moulay Bouzerktoun. El viaje del 2010

Copón, qué olas!! Está para 4,2 y son las ocho de la tarde!!! –me dije al asomarme desde la cima del Lawama a la playa-. Diez tíos navegando, entre ocho a diez furgonetas y caravanas en la playa, no más de 20 casas en todo el pueblo, fue lo que vimos nada más llegar a Moulay, Moulay Bouzerktoun, a tres horas en coche de Marrakesh.
Y eso todos los días. Yo con 4,7 por la mañana y 4,0 por la tarde.

Este viaje surge por un lado, del amor y la comprensión en la complejidad de la toma de decisiones en las relaciones de pareja, ya con familia y algunos añicos encima. Por eso, mucho de esto se lo debo a ella, a Mar, por su apoyo. Por otro lado, surge de mis ganas de viajar, de surfear, de conocer sitios nuevos, de buscar algún nuevo paraíso, de mis pájaros en la cabeza y de la confianza depositada por mis compañeros de viaje para emprenderlo, junto a mí.

El inicio
Las vacaciones de verano las tenemos organizadas de forma que un año hacemos un viaje cultural o de montaña y al siguiente uno para navegar, intentando que también sea atractivo para la pareja y los niños. Este año tocaba el de windsurf pero Mar no está convencida y quedamos en que si encuentro gente para algún viaje y me puedo unir, hacerlo yo. Los primeros contactos no fraguan y tomo la decisión de organizar un viaje a Moulay, en Marruecos, sitio al que le tengo muchísimas ganas desde hace años. Pronto se corre la voz y hacemos un equipo de seis windsurfistas murcianos y una croata. El 18 de julio deberemos estar en Moulay Bouzerktoun.

Los preparativos
Cuando la fecha se aproxima, algunos todavía no nos conocemos personalmente y quedamos una noche para cenar en el Terra Natura. Concretamos detalles del transporte hasta Madrid, hora de salida, dudas sobre el equipaje, velas, tablas, restricciones de peso, etc. En esos días me compro un traje de verano y un boardbag triple. Cada uno llevaremos una tabla, una botavara, tres velas y un par de mástiles. Las velas serán las pequeñas: 3,7; 4,2 y 4,7 o similares y la tabla más o menos en volumen (L) igual a nuestro peso (Kg). Vamos mirando la previsión en Moulay y pinta muy bien: viento del norte, 18-20 nudos, ola del noroeste de 2 metros para toda la semana con el miércoles como día fuerte con periodo de olas de 13 segundos.

La salida
El domingo 18 de julio me suena el despertador a las 2.45 de la madrugada. Me he acostado con la sensación con que lo hacía antes de irme de campamento con los scouts, o antes del viaje de estudios de COU o del día antes de irme a vivir a Costa Rica. Quedamos a las 3.30 a.m. El avión sale de Madrid a las 10.30. Pantallas con vuelo 7891 “Delayed” Hay un retraso de dos horas. Cuando llegamos a Marrakesh, el calor es infernal, al salir del aeropuerto vemos la tormenta de arena. Un horno. Uno de los coches nos lo dan sin aire acondicionado, el otro con la barra delantera de la baca unida con cinta aislante. Perdemos otra hora en el garage cambiándonos la barra. Con el A/A no se puede hacer nada. No hay otro coche. El viaje a Moulay es pesado, unos 200 km que se reparten en tramos de carretera comarcal, vía de dos carriles, desvíos por pista sin asfaltar y el cansancio acumulado. Llegamos a nuestro destino sobre las 8 de la tarde. Nada más bajar de los coches, vemos cómo algunos se están pegando la última sesión del día con viento para 4.2 y un metro y medio de ola. Si no hubiéramos tenido los retrasos, también nosotros hubiéramos podido pegarnos el primer baño nada más llegar!!
Nos acomodamos en el Café Restaurante Lawama, llevado de la mano de Bárbara. Está en el borde del acantilado que da al pico. Desde la terraza se ven las olas, se siente el viento, se huele a sal. Las habitaciones están cojonudas y todas también con vistas a la zona de navegación. No podíamos estar en un sitio mejor…

El desarrollo de los días.
Nos despertamos sobre las 7.30 con el ruido de las olas y la visión de estas como primera circunstancia existencial del viaje. Entre las 8 y las 9 bajamos a desayunar. Pablo y Nina solían levantarse y desayunar más tarde, sobre las 11. El desayuno, una pasada: café con leche, crepes, mantequilla, mermelada, miel, huevo duro, bollo, baguette de pan recién hecho, queso, zumo de naranja… ¡y alguno le sumó algún día hasta un suculento browni! Después de desayunar organizábamos el día, que iba a estar en función de la subida y bajada de la marea. José Carlos, se echaba una pequeña siesta antes de irse a correr. Los demás nos dábamos un paseo por la playa, estirábamos o nos tomábamos un té, aguardando a la marea alta.

Primera sesión. Matinal
A las 10 de la mañana el viento ya se empezaba a poner bien y en los primeros días con la marea alta, nos metemos en el agua sobre las 12. A eso de la 13.30 solía apretar y cambiábamos de vela a 3,7 ó 4,0 en mi caso. El martes fue el día fuerte con viento para 3,7 y olas de 3 metros con buen periodo, que eran las condiciones esperadas para el miércoles. Este día yo me desgasto físicamente después de buenas surfeadas y el cansancio acaba pasándome factura y termino haciéndome daño en el pié izquierdo.
El miércoles no navego para recuperar el pié que lo tengo super inflamado, creo que con un esguince de Grado II. Jueves, viernes y sábado entramos sobre las 11,30 a navegar, con la marea bajando, hasta las 2, con olas de uno a dos metros y viento para 4,7 en mi caso y 4,2 para el resto.

La comida
Después de la sesión matinal la mayoría reponemos fuerzas en el Lawama, que dispone un menú diario variado (lasaña, ensalada de pasta, patatas cocidas con tostada de queso, macarrones con atún y tomate,) y fruta (higos, uva, melón). Los que se levantan más tarde, como Pablo y Nina, atrasan la comida. Después de comer, un té y a dormir la siesta hasta las 5 más o menos los dos o tres primeros días. Luego, por las condiciones de bajada de marea, prescindimos de siesta y nos íbamos a navegar sobre las 4.

Sesión de tarde. Vespertina.
En los primeros días navegamos de 5 ó 6 hasta las 7.30 más o menos y en los últimos, desde las 4 hasta las 6 que la marea se quedaba muy baja y aparecía toda la placa rocosa de laja. Un peligro para pies, aletas y la tabla en general.
El viento por la tarde entra más fuerte y constante. A veces demasiado fuerte, mucha ola y la tabla que no para de saltar, como si fuera una prueba de motocross (en la foto de abajo, Pablo). En ocasiones nos movemos al pico que se forma frente al Lawama, una ola larga y fácil para darle más de tres o cuatro giros. Esta será la constante todos los días excepto el sábado que el viento no termina de mantenerse fuerte ni constante y realmente se queda para navegar con 4,7 los ligeros y yo con 5,2.


Las cenas
Después de navegar por la tarde recogemos el material de la playa y lo dejamos montado en la “Casa azul” a escasos 100 metros de la playa. Ducha, llamadas por teléfono, té o cerveza, incluso algún browny para recuperar fuerzas y entonces cenábamos en Lawama, en algún otro sitio de Moulay o bien en Essaouira. En Lawama cenamos una noche carne a la parrilla, pusieron fotos de algunos de los días y vino bastante gente local y de las caravanas. Había buen ambiente!! En Essaouira cenamos dos noches cous-cous y tajines por unos 6 ó 7 euros. Lógicamente el no consumir alcohol durante las cenas ayudaba a reducir considerablemente la factura. Los platos, siempre imponentes, especiados y muy sabrosos. Otra noche cenamos en el Restaurante Le Coine, de Abrahim, pollo a la brasa con las mejores patatas fritas que he probado en mi vida. Otras dos noches lo hicimos en el Café Moulay, con Abdelouahad, Cous-cous de pollo y sardinas a la brasa. Allí nos llevábamos unos quintos que tenía Pablo en la furgo y los poníamos a refrescar en la nevera. La primera noche no dio tiempo a que se enfriaran, pero la segunda entraron directos al congelador y salieron especiales. Por lo que lo de las sardinas la noche anterior a nuestra partida terminó siendo una auténtica pasada. Nos hartamos de comer y terminó en competición. El ranking quedó más o menos así: Campeón Alfonso, que se comió doce sardinas saladicas y media fuente de patatas fritas; subcampeón José Carlos, con nueve sardinas y la otra media fuente de patatas. Luego les seguimos los demás, yo con ocho y el resto con seis o siete. Si es que estaban de vicio y además Nina sacó una botellica de tinto!!
Compartimos charla animada y cervezas bien frías con Maryzko, hablando de spots de olas en Dahkla, viajes, etc.


La noche
La noche era repaso del parte de lesiones, curas, pastilleos, conversación en alguna habitación con algún cigarrito de por allí y a dormir.

En el agua
Lo mejor estaba con la marea bajando. Se formaban buenas paredes, muy verticales para pillarlas a buena velocidad y saltar bien alto. Ya dentro, la ola te la encontrabas más de lado y era el momento de trasluchar y volver para surfear. Las series, de tres o cuatro olas bien separadas, de metro y medio a dos normalmente, aunque ya digo que el martes estaban de unos tres metros. Muy fáciles de pillar, un bottom, le pegas, otro bottom para dejar la espuma, buscas el labio y vuelta a pegarle, otro bottom para dejar la espuma y otra pegada o bien se traslucha. Los mejores te sacan aerials, goytiers, 360º, etc. Más de una vez salí gritando de gusto de una surfeada y es que no hay nada como que la carena sea recibida por la espuma y dejes un spray de agua a tu espalda, recuperar el control e iniciar un nuevo bottom… Es la ostia!!
En los saltos, se ven maniobras clásicas como el push loops, cheese rolls, forwards, backs loops, backs a una mano y table tops. Pero Boujmaa deja a la peña con la boca abierta cuando sale a navegar. El tio sale follado, con una velocidad impresionante, se lanza a la rampa y pega un salto altísimo, en lo alto inicia la rotación del forward, se para abriendo vela para caer suavemente al agua y seguir hasta la próxima rampa… alucinante!! Fettah también los clava, así como Jem Hall, Maryzko, Alfonso y otros surfistas anónimos.
Lo que te corta el rollo cuando vas a surfear es que la preferencia la tiene el que encara la ola y cuando había demasiada gente, en ocasiones tenias que deshacer el bottom ante alguna caida o encuentro inesperado o porque te veías a cuatro tios de frente a sotavento tuyo dispuestos a pasar la ola que tu vas a surfear. Pero buen rollo, hay muchas olas!!
También jodía cuando tienes a uno a sotavento que aparentemente va a pillar la ola que ha cogido antes que tú, pero no le tira y no sabes si meterte al bottom o respetar su tiempo y esperar. Si al final sigue al través o de ceñida te cagas en todo!!! Por eso lo mejor era aguantar un poco y si se cierra, tirarle a saco, si estás a tiempo.
Jodido te quedabas también cuando no controlabas la bajada final de la marea y al salir te las veías putas para superar en el mejor de los casos los 50 metros de laja en la que lo mejor que te podía pasar era que solo se te quedara el pie en alguna roca o te tocara la quilla. Qué bien hice en llevarme los escarpines!!! Lo suyo es salir y entrar por el canal que hay frente a la pintada “Se reparan tablas” en el muro.

Con la gente
Hay muy buen rollo. Todos estamos ahí, a tomar por culo, por lo mismo, buscando el viento y las olas, buscando nuestra dosis de “droga” y la descarga de adrenalina. En el Lawama se hospeda junto a nosotros un grupo de unos 8 guiris (jejejeje, ingleses) que están con Jem Hall, como coach, perfeccionando el surf y los saltos. Son buena gente, hacen toda la vida en el Lawama, beben bastante cerveza, caminan descalzos, se echan loctite en las heridas de las manos y se cubren los dedos con cinta aislante, estiran a primera hora de la mañana y a última, algunos salen a correr y se levantan más tarde que nosotros.
El propio Jem Hall, tipo curioso, alto, con su calva, siempre con ropa de RRD y tono elevado de voz, risa fuerte y con la coletilla fuck, fuck, fuck en casi todas las frases. Solía montar el mismo material que yo y cuando no lo veía claro, le preguntaba. Es animoso, hiper motivador con la gente de su curso. Se interesó por mi pié y me aconsejó usar varias tallas más de arnés, para ir más rápido, tomando la medida del codo al puño, que me recordaba cuando hace muchos años se medía así la distancia entre las fijaciones de los cabos de arnés en la botavara. Navega de puta madre, surfeando y saltando.
Junto a ellos, Ed Texier, fotógrafo y windsurfista, que organiza viajes de windsurf y clinics. Por la tarde, te enseña las fotos que te ha tirado durante la jornada y comenta lo que considera que haces bien o lo que se debería mejorar, ayudándote a corregir algunos detalles técnicos.
Maryzko, una máquina en el agua y muy simpático fuera de ella. Le pegaba más al salto que al surf. Venía de estar un par de meses en Dahkla y llevaba un mes en Moulay. Tenía pensado moverse a Guincho.
Boujmaa. Impresiona en el agua con su altísimos forward y back loops. Bueno en el surf. Carismático, muy simpático fuera del agua. Lleva el centro de Starboard y velas Severne junto con Fetaah, que creo que es su jefe.
Fettah, el boss. Es el compañero de Barbara (Lawama). Muy bueno también navegando. Muy del estilo de Boujmaa. Saltos altos y muy rápido. Parece un buen tipo pero introvertido.
Lida. Mallorquina. Furgonetera. Surfista en todas sus connotaciones. Fue un poco nuestra anfitriona, comentándonos algunos de los aspectos más particulares de Moulay y de Essaouira y su gente y acompañándonos en el agua y en las cenas. Llevaba tres semanas en Moulay y estaba un poco tocada con sus costillas, pero la vi surfear muy suelta, con buen estilo.
Abdelouahad. Local de la escuela Boujmaa. Se nota en el estilo de navegar. Muy cachondo y embaucador, domina varios idiomas, como Boujmaa y en el Café Moulay hace que su padre y su hermana Nadia preparen una buena mesa para cenar lo que su madre haya preparado o su padre haya puesto en las brasas. Dicen que tiene mucha caradura. A mí me parece que algo tiene que haber… jejeeje
Lioness. Local, amigo de Abdelouahad. Legal. Tímido hasta el extremo de llevar la capucha del pullover (sudadera) puesta de día. Aconsejado por la gente que navega como el mejor en Moulay para reparar las tablas. A nosotros nos reparó dos con buena terminación, teniendo en cuenta los medios que dispone.
 Los niños. Unos enanos entre 5 y 10 años, con desparpajo infantil y marroquí, ofreciéndote constantemente un “chapeaux” (sombrero) con su vocecita dulce y pueril. A veces pueden terminar siendo un coñazo, si les das rollo o después de mostrar intención de comprar no lo haces. Presencié una trifulca entre dos de ellos, en la que una niña de unos 10 años le echaba las manos al cuello a un niño de edad parecida, que parecía el dominante, por alguna cuenta mal hecha respecto a una reciente venta de chapeaux a uno de los guiris ingleses. Yo de ellos, no la incluiría en mi lista de futuras novias, por si acaso…
Qué felicidad se veía en sus caras cuando los montamos en los coches para cargar las tablas el último día. Estaban super entusiasmados!!! Me hicieron pensar en lo exigentes que son los niños en España a esa edad, en la cantidad de juguetes y caprichos que tienen. Insaciables. Quieren uno tras otro; y sin embargo, estos en Marruecos, vendiendo sombreros y si a los padres no les cuadran las cuentas, ya se la han buscado…Un paseo en coche y unos ratitos de juego con las palmas de las manos, fue lo que les di. Creo que los hice felices en algunos ratos.

El regreso. No sé cuando, quizás el próximo año o dentro de dos, cuando de nuevo me toque elegir destino, pero tengo que volver, In sha'llah !!

El reportaje gráfico.



Y finalmente, un video de nuestro alojamiento:

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